-Por Abner Huertas
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Cuando cursaba mis estudios de sistemas en la universidad, aprendí a programar computadoras. Un curso que te permite adquirir la habilidad para la programación es el que se conoce como Teoría de autómatas; este curso te enseña como “enseñarle” a la computadora para que haga lo que tiene que hacer.
Hay algo interesante al momento de programar una computadora: realiza una determinada actividad sin pensar.
De acuerdo con Ken Robinson, Robinson, K., & Aronica, L. (2009), muchas personas han aprendido a ser como computadoras, en otras palabras autómatas. El diccionario define un autómata como “Una persona que actúa como máquina y sin pensar, por inercia o por ser dirigida por otra.”
En un artículo anterior exponía el tema de la libertad, la cual en síntesis nos dice que cada uno de nosotros somos libres para crear nuestro destino, pero eso se logra solo si pensamos por nosotros mismos.
Muchas personas persistirán en la misma labor todos los días de su vida por permitirse ser autómatas. Ser autómata es ceder mi voluntad a la de alguien más para hacer lo que esta persona desea para ella, no para mi. Ser autómata es hacer una tarea sin un propósito ni objetivo.
Ser autómata es una cualidad de máquinas, no de personas. Entre más elevado sea el nivel de autómata que tenga una persona, más bajo será su nivel de creatividad y capacidad de razonamiento.
Una persona sin visión ni propósito, es una candidata para convertirse en autómata, aunque es probable que ya lo sea. Si siempre haces lo que los demás hacen, o lo que los demás esperan de ti… eres un autómata.
Es diferente saber qué pensar a saber cómo pensar. El qué es una programación en nuestra mente, dada por otros, que nos obliga a actuar de una determinada manera. El cómo es forzarnos a nosotros mismos para sacar nuestras propias conclusiones. El crecimiento interno se logra cuando aprendemos a pensar por nuestra propia cuenta.
Volviendo a Ken Robinson. A muchos de nosotros en las escuelas nos enseñaron qué pensar. Por eso es que la mayoría de personas tiene un patrón de pensamiento definido, como: Al salir del colegio trabajo, me compro mi carro, me caso, tengo hijos, etc. Con algunas diferencias entre personas, pero siempre es un patrón de pensamiento. ¿Y si nos hubiesen enseñado cómo pensar?, en lugar de inculcar una forma de pensamiento se debe forzar el pensamiento.
Atreverse a salir de lo autónomo es un reto. Si analizamos la historia, nos daremos cuenta que nuestra vida actual es gracias a aquellas personas que se atrevieron a pensar de forma diferente. Quienes dejan el pensamiento autónomo marcan un hito en las personas.
Si seguimos pensando de forma automática, lograremos siempre los mismos resultados. Por eso saquemos un poco de locura y atrevámonos a pensar diferente.
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