lunes, 1 de julio de 2019





—Nunca me imaginé decirte feliz cumpleaños a los 40 —me dijo un prima a quien quiero mucho. Primero pensé que quizá pensaba que nunca llegaría a esta edad, pero luego me agregó que ella veía los cuarenta muy lejos. 
Volviendo un poco la mirada atrás, en la época de la  infancia, yo también veía los cuarenta como un número de años que nunca llegarían. Tendía a pensar que las personas a esta edad ya eran unos señorones… «viejos». 
A los veinte aún veía los cuarenta en la lejanía. Poco a poco el número se fue aproximando. Hasta que llegó el día en el que me dije: ya llegué.
Lo curioso es que a pesar de que el número se escucha «grande», o quizá  para algunos es solo un número más que se agrega a nuestro paseo corto por la vida. Un científico —a quien considero de mis favoritos— Carl Sagan, decía que nuestra experiencia en la vida es solo un punto comparado con el tiempo que lleva el universo. Por tal motivo, experimentar cada día es algo grandioso.
Durante estas cuatro décadas he experimentado etapas en las que me he sentido «de bajón», otras en las que me siento «en la cúspide»; también, he experimentado los cambios que trae consigo el paso de los años, cuyos efectos se van sintiendo poco a poco en el cuerpo.
En este punto de mi vida hago un recuento de las experiencias del pasado para establecer qué he aprendido. Espero que esto pueda servirte a tí quien aún estás por tus veintes o estés iniciando los treinta. Y si estás en mi mísma década quizá te familiarices con algunas.

La importancia de ser coherente contigo mismo
 Si hay algo que contribuye a la ansiedad es la incoherencia interna. Hay un concepto interesante que se conoce como «Disosiación cognitiva»; éste significa que dentro de uno pueden haber dos ideas opuestas; una que está a favor de tus principios o ideales y otra que no. 
Lo anterior se ejemplifica cuando te enfrentas a tomar una decisión donde decir «sí» te traerá algo que anhelas y deseas, pero que al mismo tiempo atenta en contra tus principios; y decir «no» te hará perder lo que quieres, pero tendrás paz.
La coherencia se lográ cuando tus decisiones van de la mano con tu tranquilidad interna. Esa paz interna muchas veces requerirá hacer sacrificios que duelen. Lo curioso es que es un dolor diferente al que se experimenta cuando tu decisión va encontra de tus principios. 

Tu visión y propósito puede cambiar
En mis treintas llegué a pensar que el propósito en la vida era solo uno. Estaba equivocado. Las circunstancias de la vida pueden hacer que reenfoques hacia otros objetivos, o a ampliarlos. Lo más importante es estar abierto al cambio, o mejor dicho, acostumbrarte a que los cambios son constantes. 
En la medida en la que vas adquiriendo más años aparecerán en tu vida otros tipos de responsabilidades como hijos, una enfermedad —personal o de un familiar—, entre otros. Habrán inconvenientes en la vida que hacen que uno se replantee el propósito que uno una vez definió. Lo que a uno le toca es decidir que hacer. Lo importante es que sepas que puedes replantear tu propósito, ver otros horizontes, crear cosas nuevas. Muchas veces la «terquedad» por querer seguir por un rumbo que sabes debes cambiar, solo te traera ansiedad y enfermedad. 

El aprendizaje es constante
El dicho que reza que uno nunca está demasiado viejo para aprender cosas nuevas empieza a adquirir más sentido. No que me sienta viejo, pero tampoco estoy tan joven. 
En mi niñez soñaba con tener una computadora de escritorio. Ahora los teléfonos se han convertido en computadoras. Esto ha requerido aprender a utilizar las tecnologías que van apareciendo. ¿Qué habrá dentro de diez o veinte años? No lo sé. Lo que sí sé es que me agradará aprenderlo. Claro, espero vivirlo.
Ahora, el aprendizaje también va a otras áreas de la vida. Recuerdo que cuando supe que estaríamos a cargo de mis sobrinas, inmediatamente comencé a leer sobre la psicología de los niños y sobre cómo críar niñas. No me hizo un experto —qué padre lo es— sin embargo me ha dado una perspectiva diferente a enfrentarlo solo con improvisación.
Hace tres años inicié el reto de aprender japonés. Sigo en el trayecto y me falta mucho, pero trato de ser constante. También me interesé por aprender más sobre ciencia de datos, eso me llevó a sacar un diploma sobre el tema.
Mi reto para ti es que busques algo que no sepas y lo aprendas. Puede ser un idioma, a cocinar, sobre astronomía, un instrumento… sé creativo.  Internet puede ser un aliado para el aprendizaje, lo malo es que también para el oscio.

Apreciar lo que es vivir
Si preguntas a una persona su opinión sobre lo que es realmente vivir, te encontrarás con muchas definiciones. Para algunos vivir es casarse y tener hijos; para otros es viajar; y para otros puede ser estar en su casa con su familia. 
En lo personal, pienso que cada quien puede vivir con la definición que haga de ésta, siempre y cuando no afecte intencionalmente —para mal— a la vida de otra persona. También opino que la publicidad no define lo que es la felicidad. 
En lo personal me gusta mucho estar solo, leer, escribir; pero también me gusta estar en compañía de mi familia y apoyar a mis sobrinas.

Este es tan solo un resumen breve de lo que he aprendido en mis primeros cuarenta años de vida. No sé si habrá una segunda vuelta. Me gustaría mucho poder escribir las lecciones a los ochenta años. Quién sabe, quizá estas lecciones a los cuarenta sean diferentes desde esa otra óptica.

Por Abner Huertas