sábado, 22 de septiembre de 2018

Comprendiendo



 

Existe un dicho que dice: «Juzgamos a los demás de acuerdo con nuestras capacidades, pero queremos ser comprendidos de acuerdo con nuestras debilidades». Es decir, cuando juzgamos el actuar de otra persona en temas de habilidades tendemos a hacerlo de acuerdo con lo que nosotros podemos hacer.  La situación cambia cuando somos nosotros los juzgados porque queremos ser comprendidos en nuestras zonas de debilidad.

 

En el artículo «¿Por qué actuamos cómo actuamos?» hicimos referencia a un factor fundamental en la conducta humana: La configuración de nuestro cerebro — la parte biológica— y lo que aprendimos desde nuestra niñez.

 

Gardner hace énfasis en las ocho inteligencias: matemática, lingüística, interpersonal, intrapersonal, espacial, kinestésico y naturalista. Cada ser humano tiene diferentes habilidades o inteligencias en las que una persona puede sobresalir.  Stephen Hawking comentó en una ocasión que siempre habrá algo en lo que uno puede sobresalir.  Así mismo, hay una cita que se le atribuye a Einstein —aunque es seguro que no sea de él— que dice: «Todos somos unos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad de subir un árbol, vivirá toda su vida creyendo que es un inútil».

 

Es sencillo juzgar a alguien por su inhabilidad para hacer algo, pero es muy difícil aceptar que nos juzguen por nuestras propias inhabilidades.  Al final siempre habrá alguien que haga las cosas mejor que uno, pero también nosotros podremos hacer las cosas mejor que alguien más.

 

Para comprender las habilidades y falta de las mismas en las demás personas solo necesitamos un poco de intencionalidad. En lugar de ver en donde no es bueno, hay que ver dónde si lo es. Por esta razón en los círculos académicos  y científicos se conforman grupos interdisciplinarios donde se reúnen a personas con diferentes habilidades para resolver un problema. 

 

Recuerda siempre que para ser comprendido primero hay que saber comprender. Recuerda también que todos tenemos una habilidad que puede generar un cambio positivo en nuestro entorno.

 

viernes, 13 de julio de 2018

Cazadores de bonos



-Por Abner Huertas

Uno de los momentos más esperados para cualquier trabajador es el mes en el que recibe un bono. Dependiendo del país podrá haber uno o dos al año. Es común que este bono sea el equivalente a un mes de salario.  No he conocido alguna persona que no desee la llegada del mes cuando recibe un depósito adicional.

 

Además de uno como trabajador hay alguien más que está esperando con ansias que tú recibas tu bono. Los Cazadores de Bonos.

 

Los Cazadores de Bonos son los negocios que buscan, de alguna forma, «quitarte» tu tan presiado bono. Lo hacen de una forma muy creativa. Publican ofertas tentadoras, descuentos, entre otras cosas. La idea es aprovechar que tienes un dinero extra.

 

Las llamadas a los teléfonos, la entrada de correos electrónicos, las vallas publicitarias, entre otras, están llenas de mensajes para que aproveches tu bono con ellos. Por supuesto que lo pintan todo tan bien, que muchas veces terminan convenciéndote. 

 

«¡Aprovecha tu bono comprando…!» y sí, muchos van y compran, pero al pasar un par de días se dan cuenta de que pudieron haberlo aprovechado de otra forma.

 

El bono es una oportunidad de aprovecharlo sabiamente. Déjame hacerte una pregunta: ¿cuánto te has esforzado por recibir tu bono? Ha sido tu trabajo, entonces ¿para qué vamos a entregarlo tan rápido?

 

Muchos aprovechan el bono para saldar deudas; otros para darse un lujo; pero muchos lo malgastan. Es importante cuidar bien en qué invertimos y gastamos el dinero.

 

Aprecia el fruto de tu esfuerzo. No dejes que un cazador de bonos te quite tan rápido aquello por lo que te has esforzado tanto.

 

¿Cuánto te has esforzado por recibir tu bono? Ha sido tu trabajo, entonces ¿para qué vamos a entregarlo tan rápido?

 

2018® 

 

miércoles, 25 de abril de 2018

Líder o Jefe: ¿Cuál es más importante?



—Por Abner Huertas

Uno de los temas que  ha adquirido popularidad en los negocios es el liderazgo.  Al hacer una búsqueda en una tienda de libros veremos que existen diferentes autores que han escrito sobre esta temática. Yo también soy uno de ellos.

El tópico del liderazgo es muy atrayente, sin embargo, el grado de importancia que se le ha dado al liderazgo ha puesto en detrimento los conceptos de lo que es un jefe.  Se ha puesto como imagen que es preferible el líder a un jefe. ¿Será esta aseveración correcta?

Para iniciar es importante definir ambos conceptos de lo qué es el líder y lo qué es el jefe. Peter G. Northouse en su libro «Liderazgo: teoría y práctica» nos da una idea de la diferencia que hay entre los dos.  

El líder tiene relación con apoyar en el establecimiento de una visión y con la influencia en un grupo de personas para lograr una meta en común.

Por su parte el jefe está relacionado con la administración, si bien requiere de un involucramiento emocional menor, está enfocado en los procesos, en crear estándares para hacer las actividades más eficientes y en proveer los recursos para que éstas se ejecuten. En otras palabras, la labor de un jefe está en garantizar que los recursos se gestionen de una forma óptima.

He visto en redes que se ha estigmatizado el concepto de jefe como el de un déspota que controla a los demás y hace solo que él quiere por medio de «mandar» a las personas para que trabajen. El concepto real de un jefe es diferente.

Líder y jefe tienen roles distintos, aún así  — en palabras de Stephen Covey— son interdependientes. 

El líder produce movimiento. El jefe produce orden y consistencia; el líder establece la visión, las estrategias, la comunicación de las metas, conforma grupos de trabajo, anima y energiza a los demás; el jefe apoya en la creación de ideas para que la visión se haga realidad.

El líder y el jefe son dos conceptos que tienen rasgos en común: ambos se preocupan —o deberían preocupar— genuinamente por las personas, pero el fin de cada uno es un tanto diferente, como mencionamos al inicio el primero se enfoca en establecer la vía, el segundo en los recursos para alcanzarla.

De la misma forma en la que hay jefes buenos y malos; también hay líderes buenos y malos. Sin importar si tú eres líder o jefe, tú desempeñas un papel muy importante en tu organización. Ninguno de estos dos «títulos» tiene mayor importancia. El liderazgo sin administración sería como manejar un carro sin frenos a alta velocidad. La administración sin liderazgo  es fomentar la burocracia. 

Si eres un buen líder, sigue creciendo para ser mejor cada día. Si eres un buen jefe, sigue aprendiendo para ser mejor cada día.  Como menciona Northouse ambos son importantes.  

 

2018® 

 

sábado, 17 de marzo de 2018

El defensor de Cervantes



 

Publicado originalmente aquí

Preguntas y exclamaciones sin el símbolo de apertura, el uso exagerado de anglicismos —palabras que provienen del inglés—,  comprimir las palabras para formar términos inexistentes, entre otras, son algunos de los horrores en la forma de escribir que veo en el día a día en correos o en documentos entre profesionales.

La influencia de los anglicismos a adulterado la riqueza de nuestro idioma, tanto al escribirlo como al hablarlo.  Es común leer en correos y en la publicidad oraciones que tienen palabras en inglés que bien podrían escribirse en español. Veamos algunos ejemplos: 

  • «El Brain storming es una herramienta eficaz para encontrar…» 
  • «Hay que enviar un meeting para la reunión que tenemos con el sponsor»
  • «Ya averiguaste lo que te pedí???»
  • «Al final del workshop haremos un wrap up»
  • «No se preocupe, tenemos un Project Manager»

Muchas veces se utilizan palabras en inglés para sonar más cool, para que nuestro interlocutor tenga la idea de que estamos diciendo algo de verdad importante, porque con palabras en inglés el producto tiene mejor apariencia, entre otras.. ¿Para qué vamos a  decir  «hagamos una sesión de ideas» cuando se oye mejor, perdón, se oye más cool, hagamos un «brain storming»?

Hablar con términos propios de idiomas extranjeros cuando existen términos en español equivalentes solo porque da una apariencia de más elite, de erudición, de que uno tiene un mejor conocimiento en la materia o porque se oye más bonito es —en mi opinión—  una falta de apreciación por la belleza que da nuestro idioma, o quizás es el desconocimiento de los recursos que nuestra lengua materna tiene a disposición. 

Solo cuando de verdad no existe una traducción al español  —como en los lenguajes de programación o nombres de productos— o es un nombre propio, entonces sí se permite el uso del nombre en el idioma extranjero. Aunque la RAE tiene equivalencias para el uso de nombres extranjeros; además de que existen reglas para su uso.

Así mismo, el uso inadecuado de los signos de interrogación y de admiración es otra muestra de la prevalencia que viene del inglés.  Basta con ver los comentarios y publicaciones en las redes sociales para detectar que son pocas las personas que utilizan el signo de apertura y cierre cuando escriben una pregunta o hacen  una exclamación. Es común ver comentarios cómo: «Qué hiciste?» Cuando lo correcto es: «¿Qué hiciste?». O, algunos comentarios como: No te creo!!! Cuando lo correcto es limitar el número de símbolos de exclamación, así tendríamos: ¡No te creo! La regla gramatical de utilizar solo el símbolo de cierre aplica solo para el inglés.

Un recurso inadecuado que se utiliza es el de la compresión de las palabras. Escribir «X» en lugar de «por», o «k» en lugar de «que». Uno de mis favoritos —y en el que me declaro culpable también, pero estoy en el proceso de eliminarlo— es en el uso de los famosos «ok» o el «pls». No pretendo decir que sea incorrecto utilizar estos últimos, solo quiero que apreciemos nuestro idioma.

Existen otros horrores adicionales relacionados con la ortografía y redacción, pero por el momento reflexionemos sobre la forma en la que estamos valorando nuestra lengua materna al hacer una mezcla exagerada de anglicismos.

Hablar y escribir el español correctamente es una obligación para quienes lo aprendimos de forma nativa. Saber hablar inglés —y bien— también es importante, pero cuando hablamos en español es en español, y cuando hablamos en inglés es en inglés.  Los idiomas son el sonido de la cultura, son el representante de una nación.  Durante los últimos dos años he estado aprendiendo japonés un idioma diferente que me ha enseñado a otorgarle más valor al español.

Decir que soy un experto o un «gurú» en el idioma, es mentir, pero sí he aprendido a apreciar el acaudalado tesoro que tiene nuestro idioma. Por ello tengo en mi haber diccionarios y tesauros. También he cometido, cometo y cometeré faltas de ortografía y de redacción, como todos, pero siempre le doy prioridad al español. A menos de que esté escribiendo en inglés.

Creo que por estar en contra del uso de anglicismos me llamaron en una ocasión: «El defensor de Cervantes».

Por Abner Huertas

 

2018

 

sábado, 10 de marzo de 2018

Comprendiendo a los demás



Freedigitalphotos Franky242

 

Por Abner Huertas

Existe un dicho que dice: «Juzgamos a los demás de acuerdo con nuestras capacidades, pero queremos ser comprendidos de acuerdo con nuestras debilidades». Es decir, cuando juzgamos el actuar de otra persona en temas de habilidades tendemos a hacerlo de acuerdo con lo que nosotros podemos hacer.  La situación cambia cuando somos nosotros los juzgados porque queremos ser comprendidos en nuestras zonas de debilidad.

 

En el artículo «¿Por qué actuamos cómo actuamos?» hicimos referencia a un factor fundamental en la conducta humana: La configuración de nuestro cerebro — la parte biológica— y lo que aprendimos desde nuestra niñez.

 

Gardner hace énfasis en las ocho inteligencias: matemática, lingüística, interpersonal, intrapersonal, espacial, kinestésico y naturalista. Cada ser humano tiene diferentes habilidades o inteligencias en las que una persona puede sobresalir.  Stephen Hawking comentó en una ocasión que siempre habrá algo en lo que uno puede sobresalir.  Así mismo, hay una cita que se le atribuye a Einstein que dice: «Todos somos unos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad de subir un árbol, vivirá toda su vida creyendo que es un inútil».

 

Es sencillo juzgar a alguien por su inhabilidad para hacer algo, pero es muy difícil aceptar que nos juzguen por nuestras propias inhabilidades.  Al final siempre habrá alguien que haga las cosas mejor que uno, pero también nosotros podremos hacer las cosas mejor que alguien más.

 

Para comprender las habilidades y falta de las mismas en las demás personas solo necesitamos un poco de intencionalidad. En lugar de ver en donde no es bueno, hay que ver dónde si lo es. Por esta razón en los círculos académicos  y científicos se conforman grupos interdisciplinarios donde se reúnen a personas con diferentes habilidades para resolver un problema. 

 

Recuerda siempre que para ser comprendido primero hay que saber comprender. Recuerda también que todos tenemos una habilidad que puede generar un cambio positivo en nuestro entorno.

 

2018®