domingo, 1 de febrero de 2015

Responsabilidad



Por Abner Huertas





Nuestras vidas son el resultado de nuestras decisiones. Algunas decisiones traen consecuencias agradables, otras no. Hemos tomado decisiones “Pensadas”, otras han sido tomadas de acuerdo a cómo nos sentíamos en el momento.

Sin importar el resultado de nuestras desiciones, hay algo que todas tienen que incluir: Responsabilidad.

Tomar decisiones es la parte  fácil del asunto. El verdadero trabajo viene después de tomar la decisión cuando aparecen las consecuencias, las cuales pueden ser lo esperado o algo inesperado, sin importar el resultado se debe aceptar con responsabilidad.

La responsabilidad es la habilidad de respuesta ante una situación. Decimos que alguien es responsable cuando responde a los resultados de sus acciones de forma oportuna. Pero no siempre tenemos la facilidad de responder efectivamente, en especial cuando los resultados son negativos. Aquí es cuando surge la siguiente pregunta: ¿Por qué no siempre somos responsables?.

Para responder a la pregunta anterior tenemos que pensar en qué acciones toman las personas que no aceptan su responsabilidad. Puede haber muchas causas que provoquen la falta de responsabilidad, pero el origen principal es la autojustificación.

Si una persona acostumbra a hacer de la autojustificación su día a día, jamás podrá ser responsable. La autojustificación lo que busca es eliminar la responsabilidad porque buscará encontrar culpables en lugar de soluciones.

Para ser responsable es importante eliminar la autojustificación. Las personas responsables son confiables porque sabemos que responderán. Las personas que siempre justifican su actuar, no se ganarán la confianza de los demás.

¿Quieres más responsabilidad en tu vida?, empieza por quitar la autojustificación de tu día a día.

iDeo Derechos reservados 2015

Fotografía cortesía de FreedigitalPhotos.net

¿Eres libre o esclavo?



-Por Abner Huertas




¿Eres una persona libre?, ¿O eres un esclavo?. La libertad es un estado de la mente que anhelamos y muchas veces creemos tener. Pero la realidad es otra. En la mayoría de las ocasiones lo que consideramos libertad realmente es una esclavitud.

Primeramente, ¿Qué es la libertad?, de acuerdo con el diccionario la libertad es la facultad de poder tomar nuestras propias decisiones. ¿Cuántas de nuestras decisiones son realmente nuestras?, ¿Cuántas están influenciadas por otras personas?, ¿Cuántas veces justificamos nuestras decisiones para tener la “convicción” de que es lo que realmente queremos?

En una ocasión conocí a una persona que había pasado años casada con una persona que la hacía sufrir. Lo extraño del asunto es que ésta persona le decía que si ella no quería ser tratada así pues entonces que se divorciaran. Ella no aceptaba. Se negaba a divorciarse. Un día comprendió que su libertad dependía de su decisión y la tomó, se divorció. Tiempo después le preguntaban que porqué había tardado tanto tiempo en tomar esa decisión si ella sabía que era la solución, su respuesta fue: “No quería estar sola. Justificaba que ese era el precio que debía pagar para estar con alguien”, la libertad estaba en sus manos pero se negaba a aceptarla.

¿Podrías decir que tus decisiones son tuyas?, veamos un ejemplo. Vas a una tienda de electrónicos. Te muestran infinidad de aparatos. Todos hacen los mismo, pero el que está de moda es: ¡El que todo el mundo tiene!, sales de la tienda pagando una suma considerable de dinero con tu tarjeta de crédito. Sales “contento”. A los pocos días te das cuenta de que pagaste una suma alta de dinero. A fin de mes te llega tu estado de cuenta y… te quieres morir al verlo. ¿Tuviste libertad de tomar tu propia decisión?, ¿O te dejaste dominar por lo que otros quieren?

Una forma habitual de perder nuestra libertad es dándole a otros la oportunidad de decidir por nosotros. Cuando dejamos que alguien nos guíe a hacer algo que sabemos que no queremos o debemos hacer, y aún así lo hacemos porque todo el mundo lo hace, somos esclavos.  Por supuesto que acá excluimos aquellas situaciones en las cuales por nuestra propia decisión, usualmente por el bien de otra persona, cedemos en algo. Hacemos énfasis en el no tomar nosotros la decisión.

Supongamos que estás con tu pareja. Siempre dejas que la otra persona decida, a pesar de que tú no quieres lo que ella propone, lo aceptas. Eso es esclavitud o como lo llamarían otros una dependencia. La dependencia priva de libertad a la persona dependiente y al mismo tiempo eleva la ansiedad por la falta de coherencia que hay en ella.

La coherencia es el alineamiento que hay entre lo que sientes, dices y piensas. Una persona coherente en su vida tiene libertad. Una persona incoherente no la tiene. 

Lo curioso es cuánto se anhela la libertad pero al mismo tiempo le tememos. ¿Cuántas veces no vamos tras nuestros sueños por el temor?, en mi criterio muchas veces es por el temor que da la libertad de vivirlos. No quiero que confundamos la libertad de vivir con la falta de compromiso. Son dos cosas diferentes. Lo que es cierto es lo siguiente, si una persona se compromete, no está privándose de la libertad, la está expandiendo.


La libertad de vivir, amar, ser la persona que debes ser y quieres ser… es una decisión que te pertenece a ti. La libertad es hermana de la responsabilidad e hija de la coherencia; imagina tu vida en paz con tu interior porque lo que dices sientes y piensas están acorde.

iDeo Derechos reservados 2015

Fotografía cortesía de freedigitalphotos