domingo, 31 de agosto de 2014

La Jornada: El Reto de Vivir



Por Abner Huertas




En nuestro diario vivir siempre nos encontramos con situaciones felices, realizaciones por lo que alcanzamos y vemos cumplir muchas de nuestras metas; pero también hay momentos en los cuales vemos que nuestra vida pierde el sentido, a veces dejamos de sentir el deseo o las energías para seguir adelante; y es que cada uno de nosotros sabe inconscientemente que  cada punto de nuestra vida puede marcar un hito para bien o para aprendizaje; y podemos decir que al conjunto de esas subidas y bajadas son nuestra jornada en la vida.

Si pudiéramos hacer un gráfico de nuestra jornada, veríamos que hay planicies cómodas donde quisiéramos estar por siempre, pero cuando tenemos un sueño, a lo lejos vemos que hay una montaña que escalar, y al llegar a la cima vemos que hay otra montaña más adelante pero para llegar a ella necesitamos cruzar valles y desiertos. Así es nuestra vida cuando tiene un propósito, está llena de victorias cuando llegamos a la cima, pero también tenemos esos momentos de aprendizaje cuando caemos a un desierto o a un valle de desolación.

En un artículo anterior discurrí contigo sobre el sentido, el propósito y el llamado en nuestra vida; estos tres son parte integral de nuestra vida porque nos acompaña en nuestra jornada en cada momento. El sentido en la vida es el valor que le agregamos a cada momento, es encontrar de forma intencional una razón por la cual vivimos independientemente de la severidad de la situación por la que pasamos. El propósito por su parte nos da la dirección que necesitamos, sabiendo que la dirección es como ver al horizonte, que puede que nunca alcancemos pero vivimos caminando hacia él con ánimo. Por último es el llamado que es para hacer algo especifico sabiendo que éste llegará en cualquier momento, en el menos esperado.

Nuestra verdadera jornada inicia cuando descubrimos nuestro propósito, que a pesar de que al principio este no parezca tan claro, porque con el tiempo se clarifica, comenzamos a avanzar. En la medida en la que vamos avanzando en nuestra jornada nos vamos encontrando con esos valles y desiertos de soledad y desolación que nos atormentan, nos decimos a nosotros mismos que queremos tirar la toalla, pero al final tenemos que saber que tenemos el libre albedrío de escoger cuál es el sentido para lo que nos sucede y la libertad de continuar viviendo nuestro propósito.

Lo interesante de ponernos en el camino de nuestra jornada es que al final esta se traducirá en nuestro legado, y por sobre todo en la máxima realización de nuestra vida.

Cuando era un adolescente y veía a otras personas que iban en su jornada me preocupaba por no tener dirección en mi vida. Con forme he ido madurando me he dado cuenta de que muchas veces uno se preocupa antes de tiempo. La jornada toma años, lustros o décadas; en sí, podemos decir que  nuestra jornada termina el día en el que morimos, y de nosotros depende el vivirla al máximo.

Cada parte de nuestra jornada tiene un tiempo de duración, y cada momento de gozo y tristeza llegará, pero tenemos que tener la calma y la paz de que alcanzaremos la realización  siempre que estemos trabajando en nuestro propósito.

Vivir la jornada en la vida para alcanzar la realización inicia saliendo de ese valle de confort y comenzar a subir la primera montaña, que no te miento, requiere mucho esfuerzo, pero toda la experiencia que adquieres en cada tramo de dolor te da la fuerza y la sabiduría para la siguiente prueba, y lo mejor de todo es que después podrás ayudar a aquellos que vienen detrás tuyo.

¿Estás triste y te alejas por problemas?, quizá estés un valle de soledad, sabe bien que tienes la opción de encontrarle un buen sentido a lo que estás viviendo y que tú tienes la responsabilidad de salir adelante; pero por sobre todo ten presente que esa experiencia será de gran ayuda para futuros valles.


Envejecer es obligatorio, pero madurar es opcional. Maduras cuando vas caminando en tu jornada de la vida y sin importar de que sientas el deseo de abandonarla… siempre te das la oportunidad de continuar. 

Salud Integral



Por Abner Huertas





Todo nuestro ser funciona de manera integral, si una parte está enferma todo nuestro ser se adolece.  Para darnos una idea de qué conforma nuestro ser integral, podemos separarlo en: nuestra mente, nuestro cuerpo y el espíritu; cuando hablo del espíritu me refiero más a nuestra conciencia, eso que marca la diferencia entre nosotros y los animales; y es por ello que cuando hablamos de salud integral nos referimos precisamente a mantener un buen estado de salud o un buen equilibrio de nuestra mente, cuerpo y espíritu. 

Nuestro cuerpo es la parte visible. El cuerpo es el que envejece con el tiempo y dependiendo del cuidado que le damos día a día, así será cómo lucirá a través del tiempo. La salud de nuestro cuerpo se cultiva por medio de lo que comemos, el ejercicio que hacemos y el descanso que le damos, si lo descuidamos entonces pagamos las consecuencias teniendo un impacto tanto en el cuerpo como en nuestra mente y espíritu.

Nuestra mente es la que gobierna gran parte de lo que hacemos. Es la que nos ayuda a razonar y la que nos ayuda en la toma de decisiones. Una mente sana es aquella que es alimentada también de buenos “alimentos”, tales como  buenos libros, buenos mensajes, buenos pensamientos entre otros,  pero ésta también puede enfermarse, la depresión, la ansiedad y el estrés tienen un impacto primordial en nuestras mentes, lo cual posteriormente se refleja en nuestro cuerpo; la hiperreflexión incorrecta sobre las cosas nos puede alterar el equilibrio de nuestra mente y por efecto también de nuestro ser.

Nuestro espíritu, por su parte, es ese aspecto en nosotros que  nos hace diferentes en nuestra forma de pensar. Es dónde está esa parte mágica de nosotros, la consciencia de nuestra existencia, de que tenemos un propósito y un sentido por el cual vivir. Algunos podrían pensar que el espíritu no podría llegar a padecer de algún tipo de “enfermedad”, pero cuando perdemos la esperanza por la vida, olvidamos nuestro propósito o en otras palabras llegan nuestras dudas existenciales, ahí hay una “enfermedad” en el espíritu, la cual también se verá reflejada en nuestra mente por pensar hiperreflexionar y nuestro cuerpo también lo sentirá al tener un letargo o perder el deseo de seguir adelante.

Entonces, cuando hablamos de salud integral tenemos que tener claro que abarca tanto el cuidar de nuestro cuerpo, cuidar de nuestra mente y tener claro el sentido de nuestro ser. Si pudiéramos definir que la vida equilibrada es un triángulo de tres lados iguales, donde cada lado representa una de estas partes, cuando uno de los lados crece o decrece mucho, entonces se ve afectado todo nuestro ser.


¿Qué podemos hacer?, para nuestro cuerpo sabemos lo que hay que hacer y cómo cuidarlo; aunque a veces nos gusta hacernos los ignorantes. Lo mismo con nuestra mente, sabemos qué podemos hacer para mantener una mente fresca y con pensamientos correctos;  con nuestro espíritu es tener siempre la convicción de nuestras creencias, encontrar cada día el sentido por el cual vivir y tener un propósito por el cual estamos con vida.



Foto cortesía de freedigitalphotos.net y StuartMiles

domingo, 3 de agosto de 2014

El Sentido, el Propósito y el Llamado en Nuestra Vida



Por Abner Huertas




Uno de los temas que más me han apasionado durante los últimos años es el Propósito; algo de lo que he escrito en el blog de Integridad de Oro, como en mi libro “El Crecimiento de un Líder”, y es que este tema es por demás muy interesante, es nuestra vida en sí, pero al mismo tiempo comencé a pensar más detenidamente en otros dos temas que abarcan nuestras vidas: el sentido y nuestro llamado.

Realmente es interesante cuando pensamos en el Sentido de nuestra Vida, pero cuando lo cruzamos con el Propósito  nos puede poner a pensar en cuál es la diferencia entre ambas, y si a esto le agregamos el Llamado de Nuestras vidas entonces tenemos una triada interesante, pero al mismo tiempo puede resultar ligeramente confusa.

He llegado a la convicción después de muchos años que entre más pronto en la vida conozcas cuál es tu propósito, entonces tendrás más tiempo para tomar las decisiones para convertirte en la persona que puedes llegar a ser; pero el propósito se queda solo y no lo está.

El Propósito es un estilo de vida, es una forma de vivir en la cuál tú y yo adoptamos un determinado rumbo de crecimiento. El Propósito integra nuestros talentos, dones hasta inclusive nuestras debilidades; pero lo más importante es que nos ayuda a enfocar nuestros esfuerzos en un fin en particular, sin embargo, sabemos que la vida no es fácil, ¡Imagina si todo fuese sencillo de realizar!.

Cuando a la vida nos toca situaciones difíciles; situaciones en las cuales queremos dejar todo tirado por un lado, o que llegamos a dudar de nuestras propias convicciones, entonces es aquí donde sale el Sentido que le damos a nuestra vida.

El Sentido de nuestras vidas está enfocado en la mentalidad que tenemos ante este tipo de situaciones retadoras; el sentido de nuestra vida es el valor que le damos a lo que acontece y en particular es encontrar el oro inclusive donde parece no estarlo.

Como comentaba en un artículo anterior sobre el Sentido de la Vida: para poder encontrarle podemos valernos de tres herramientas, las cuales también aplican para el Propósito, estas son: la creatividad, la experiencia y la actitud.

La creatividad es crear ese sentido utilizando todas las herramientas que tenemos como lo son nuestros talentos; la experiencia es cómo podemos aplicar todo lo que hemos vivido antes; La actitud pues es la actitud que tomas para afrentar las cosas.

Como puedes ver el Propósito es quien determina la dirección y el estilo de vida que lleves; el Sentido es el valor que le das a las situaciones más difíciles de tu vida; pero ahora viene el tercero, y éste es el Llamado.

El Llamado es el resultado de la preparación que has tenido con tu propósito de vida y del Sentido que le has dado a lo que has vivido. El Llamado es para algo específico.

Déjame contarte una historia que ilustra estas tres partes importantes de nuestra vida: En una ocasión había un doctor que estaba casado, desde muy joven le había gustado poder atender a personas que necesitaban ayuda, esto lo motivó a querer estudiar medicina, así que durante mucho tiempo estudió y se preparó, comenzó a actuar como doctor hasta el día en el que se graduó. A lo largo de los años encontró que quería atender a un grupo especial de personas, razón por la que se especializó en ese grupo, algo que lo convirtió en un médico reconocido.

Infortunadamente su esposa falleció y el doctor quedó dolido hasta el punto en el que dejó de atender su clínica; los pacientes se asombraban de ya no ver al doctor. En una ocasión conversando con un amigo, el doctor le dijo que ya no tenía sentido su vida porque había perdido a la compañera con la que había convivido durante todos estos años. Su amigo le realizó una pregunta: “¿Qué hubiese sucedido con tu esposa si tú hubieras fallecido primero?”, el doctor se quedó pensativo durante un buen momento, hasta que logró responder: “Creo que ella hubiera sufrido más que yo, además dependía mucho de mí para hacer varias cosas.”, Esta revelación le dio al doctor un Sentido al porqué su esposa falleció primero, después de esto pudo continuar con la atención de su clínica.

El Propósito del doctor estaba claro, su preparación le ayudó a estar listo cuando encontró su Llamado, pero el Sentido de su vida es algo que siempre tendría que valorar ante cada situación que se le presentara.

Algunos dicen que encontrar el Llamado puede tomar tiempo, porque necesitas estar listo, necesitas madurez en la vida, así que si sientes que no encuentras tu llamado, ¡vive primero tu propósito!. El Propósito también puede tomar tiempo, yo lo encontré  a los treinta años, en tu caso puede ser antes o quizá después, tan sólo nunca te rindas en buscar.

Y pues el sentido de la vida… es algo que siempre tendremos que encontrar ante cada situación que se aparezca.


Fotografía cortesía de FreeDigitalPhotos.net y Graur Codrin


¿Qué significa dar un Valor Agregado?




Por Abner Huertas





Alguna vez te has puesto a pensar: ¿Qué significa dar un valor agregado?. Esta pregunta me ha hecho meditar durante las últimas semanas, lo cual me ha tomado tiempo para pensar en lo que  realmente significa. Habitualmente estamos acostumbrados, o al menos en mi caso y algunos que se dedican a dar asesorías, a decir la frase o escucharla con frecuencia.

Personalmente considero que decir: “Da un valor agregado” se ha convertido en un cliché que siempre esperamos escuchar, el problema radica cuando nos centramos únicamente en este “valor agregado”, ya que dejamos por un lado las necesidades reales de la otra persona.

Mientras pensaba en el tema del Valor Agregado, recordé la famosa pirámide de necesidades de Abraham Maslow se puede dividir las necesidades de una persona en cinco etapas:


  1. Fisiológicas: Como la comida, el sueño, etc.
  2. Seguridad: Sentirse seguros de donde una persona está.
  3. Amor y pertenencia: Todos queremos sentirnos queridos y que pertenecemos a algo.
  4. Autoestima: Cuando ya hemos satisfecho las necesidades anteriores entonces podemos tener autoestima.
  5. Realización: La realización se logra después de satisfacer las necesidades básicas.


Después de pensar detenidamente en esta pirámide, me enfoqué nuevamente en la frase: “Valor Agregado”, y en lo que observo es lo siguiente: El Valor Agregado es únicamente visible cuando se han satisfecho las necesidades básicas de las personas a las que deseamos agregar valor; desde una perspectiva como asesor puedo decir que: sólo se le puede agregar valor a un cliente cuando las necesidades básicas de lo que éste espera están satisfechas.

Pensémoslo por un momento, si las necesidades básicas no están satisfecha, aunque nuestras acciones ofrezcan mil Valores Agregados, las personas o clientes a quienes queremos agregar valor, no lo verán.

En nuestras relaciones con las personas podemos dar ese valor agregado cada día, pero nuevamente, este sólo será aceptado cuando las necesidades básicas se han satisfecho.

Nuestro enfoque tiene que ser primero satisfacer la necesidad básica; segundo, dar ese valor agregado para que sea realmente visible.

Entonces, volviendo a la pregunta del inicio: ¿Qué significa dar una valor agregado?, mi repuesta es: “Dar un aporte adicional posterior al haber satisfecho las necesidades básicas de la otra persona, o si eres asesor como yo, del cliente.”


Foto cortesía de FreeDigitalPhotos.net y FrameAngel