Todo nuestro ser funciona de manera integral, si una parte está enferma todo nuestro ser se adolece. Para darnos una idea de qué conforma nuestro ser integral, podemos separarlo en: nuestra mente, nuestro cuerpo y el espíritu; cuando hablo del espíritu me refiero más a nuestra conciencia, eso que marca la diferencia entre nosotros y los animales; y es por ello que cuando hablamos de salud integral nos referimos precisamente a mantener un buen estado de salud o un buen equilibrio de nuestra mente, cuerpo y espíritu.
Nuestro cuerpo es la parte visible. El cuerpo es el que envejece con el tiempo y dependiendo del cuidado que le damos día a día, así será cómo lucirá a través del tiempo. La salud de nuestro cuerpo se cultiva por medio de lo que comemos, el ejercicio que hacemos y el descanso que le damos, si lo descuidamos entonces pagamos las consecuencias teniendo un impacto tanto en el cuerpo como en nuestra mente y espíritu.
Nuestra mente es la que gobierna gran parte de lo que hacemos. Es la que nos ayuda a razonar y la que nos ayuda en la toma de decisiones. Una mente sana es aquella que es alimentada también de buenos “alimentos”, tales como buenos libros, buenos mensajes, buenos pensamientos entre otros, pero ésta también puede enfermarse, la depresión, la ansiedad y el estrés tienen un impacto primordial en nuestras mentes, lo cual posteriormente se refleja en nuestro cuerpo; la hiperreflexión incorrecta sobre las cosas nos puede alterar el equilibrio de nuestra mente y por efecto también de nuestro ser.
Nuestro espíritu, por su parte, es ese aspecto en nosotros que nos hace diferentes en nuestra forma de pensar. Es dónde está esa parte mágica de nosotros, la consciencia de nuestra existencia, de que tenemos un propósito y un sentido por el cual vivir. Algunos podrían pensar que el espíritu no podría llegar a padecer de algún tipo de “enfermedad”, pero cuando perdemos la esperanza por la vida, olvidamos nuestro propósito o en otras palabras llegan nuestras dudas existenciales, ahí hay una “enfermedad” en el espíritu, la cual también se verá reflejada en nuestra mente por pensar hiperreflexionar y nuestro cuerpo también lo sentirá al tener un letargo o perder el deseo de seguir adelante.
Entonces, cuando hablamos de salud integral tenemos que tener claro que abarca tanto el cuidar de nuestro cuerpo, cuidar de nuestra mente y tener claro el sentido de nuestro ser. Si pudiéramos definir que la vida equilibrada es un triángulo de tres lados iguales, donde cada lado representa una de estas partes, cuando uno de los lados crece o decrece mucho, entonces se ve afectado todo nuestro ser.
¿Qué podemos hacer?, para nuestro cuerpo sabemos lo que hay que hacer y cómo cuidarlo; aunque a veces nos gusta hacernos los ignorantes. Lo mismo con nuestra mente, sabemos qué podemos hacer para mantener una mente fresca y con pensamientos correctos; con nuestro espíritu es tener siempre la convicción de nuestras creencias, encontrar cada día el sentido por el cual vivir y tener un propósito por el cual estamos con vida.
Foto cortesía de freedigitalphotos.net y StuartMiles
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