Alberto había estado trabajando con un compañero de la oficina durante varios días en un proyecto. Ambos estaban en un momento crítico por la entrega que debían realizar. Miguel, el compañero de Alberto, estaba explicando el funcionamiento de la solución, mientras Alberto estaba en su computadora únicamente escribiendo, sin escuchar a lo que decía Miguel. Alberto siempre había sido conocido por ser una persona que se exaltaba rápido, y hubo un momento en el cual Alberto levantó la vista y furioso comenzó a decir que todo lo que se estaba hablando no era correcto. Su furia llegó a tal punto que Miguel se retiró del grupo donde trabaja Alberto dejándolo solo con el proyecto.
Como seres humanos somos emocionales, somos capaces de experimentar diferentes tipos de emociones. El diccionario define las emociones como la adaptación a ciertos estímulos ambientales y de uno mismo.
Estos estímulos provocan en nosotros reacciones, que de no ser controladas pueden desencadenar problemas tanto laborales, familiares y entre amistades. ¿Qué hubiese pasado si Alberto hubiera controlado sus emociones?, la historia nos relata que él sólo se enfureció, sin siquiera tomar el tiempo de preguntar el porqué se estaba hablando de lo que conversaba en ese instante.
Las emociones pueden ser como un combustible que nos pueden hacer sentir realizados, o pueden ser como un carro que está sobre una pista de hielo que corre sin poder ser detenido y ocasionar un accidente.
Y dado que las emociones son parte de nuestra vida, que pueden construir y destruir, es importante el saber como controlarlas, y acá es donde la inteligencia emocional hace su aparición.
La inteligencia emocional es la habilidad de manejarnos a nosotros y a nuestras relaciones con otros, de tal forma que podamos realmente vivir nuestras emociones.
Alguna vez has dicho, “El día de hoy haré lo mejor en mi trabajo”, te levantas con la intención de que tu día sea un éxito. Pero al salir de tu casa vas manejando y alguien se te atraviesa, o recibes una llamada para nada grata, y esto hace que se desencadenen una serie de emociones dentro de ti que hacen que no vivas la intención que tenías cuando te levantaste. ¿Por qué a veces no hacemos lo que decimos?, sino que algo “sucede” que hace cambiar nuestras intenciones y estas son nuestras emociones, porque nuestro comportamiento está directamente relacionado con lo que sentimos.
Cuando permites que las emociones tomen el control de tu vida, le estás dejando que secuestren tu comportamiento, haciéndote actuar totalmente contrario a la intención que tenías en un inicio.
“Yo tenía la intención de hacer algo por esa persona pero después de lo que me hizo”, esta expresión peculiar, denota claramente que una emoción se interpuso en el camino, evitando que se cumpliera la intención que se tenía de ayudar a esa persona.
Una emoción poderosa que secuestra nuestra intención de realizarnos en la vida es el temor. Esta emoción nos paraliza y en lugar de ayudarnos a construir ayuda a destruir sueños y anhelos, altera nuestra percepción de la realidad. Todos tenemos temor, pero para muchos se vuelve una pared que los detiene.
Las emociones alteran nuestras percepciones
Como mencionamos con el temor, este altera nuestra percepción de la realidad. Lo mismo sucede con todas las emociones que circundan a nuestro alrededor. Cuando nos enamoramos nuestra percepción se ve alterada por el deseo de querer ver sólo lo bueno, dejando por un lado los aspectos negativos de la otra persona. Cuando nos enojamos, nuestra percepción se altera de muchas formas, desde la autojustificación hasta engrandecer los errores de otra persona cuando quizá no fueron tan graves. O como cuando nos sentimos frustrados, y nuestra percepción de nosotros mismos se ve minimizada por el sentimiento que podemos valer menos.
Esta alteración de la realidad es como un espejismo que modifica nuestro camino, haciéndonos creer que hay algo que en realidad es inexistente.
¿Cómo están compuestas las emociones?
Habitualmente hay tres formas en las cuales se pueden componer: una cognitiva, una fisiológica y otra de comportamiento.
Imagina que conoces a alguien que está feliz con su trabajo, le encanta su puesto, es más es una persona responsable y muy eficiente. Sus jefes están muy contentos que deciden promoverlo. Pero al pasar el tiempo se dan cuenta que ya no es la misma persona eficiente, ya no está contenta con su trabajo. ¿Por qué?, lo que los jefes no sabían es que al cambiarlo de puesto agregaban otra carga emocional a esta persona, a quien le agradaba su trabajo porque le brindaba la opción de pasar más tiempo con su familia, pero al verse con menos libertad quitaba tiempo a lo que tanto quería y por eso comenzaba a ser ineficiente. Esto lo que provocó fue un cambio en el patrón de pensamiento, y este es el componente cognitivo.
Ahora imagina que vas por un camino oscuro, de pronto comienzas a escuchar ruidos como si alguien te viniese siguiendo. Tu corazón comienza a palpitar y a sentir temor, esa emoción hace que tu cuerpo tenga una reacción fisiológica ante esta emoción.
Imagina que estás en un restaurante, estás pasando un momento agradable con tus amistades o familia. Solicitas la cuenta con una sonrisa, pero al momento de recibir la cuenta, te percatas que te están cobrando de más y te dicen que eso fue lo que consumiste. Tus emociones afloran y de ser esa persona que estaba alegre te conviertes en otra persona enojada que llega al punto de gritar al mesero. Acá es un ejemplo de cómo puede afectar una emoción nuestro comportamiento.
Al mezclar estos componentes, tienes una idea clara de cómo te puede afectar una emoción, lo importante no es eliminar las emociones, sino poder dominarlas, y no hay mejor forma que cambiando nuestros patrones de pensamiento.
Si cambiamos lo que pensamos podremos influir en nuestra inteligencia emocional
Como conversamos en el boletín anterior, somos lo que pensamos y nuestros pensamientos afectan nuestra inteligencia emocional.
Sería mentir decir que podremos controlar al 100% nuestras emociones, pero podemos modular como reaccionamos.
Las emociones pueden ser un combustible poderoso si sabemos como utilizarlas. Conocer como reaccionamos ante nuestras emociones es el primer paso para dominarnos a nosotros.
El factor principal para dominar las emociones está en evitar suponer los sentimientos de los demás. Tendemos a interpretar de acuerdo con nuestra propia perspectiva sin antes buscar comprender primero a la otra persona; en otras palabras debemos desarrollar la empatía.
Comprender que somos criaturas emocionales nos ayudará a incrementar esta inteligencia al ver las reacciones de los demás. Pero para lograrlo debemos cambiar nuestros patrones de pensamiento.
Eliminar las suposiciones y ampliar nuestra perspectiva de las cosas nos ayudará a tener una visión más clara del porqué las reacciones de los demás.
Desarrollar la inteligencia emocional te ayudará a vivir realmente tus intenciones que están encaminadas a tu propósito en la vida.
Escrito por: Abner Huertas
Basado en el libro “EQ For a Change”
Autor: Adele Lynn
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