domingo, 7 de febrero de 2021

La integridad personal



 

Por Abner Huertas

En la medida en la que el tiempo avanza, me doy cuenta de la importancia de ser fiel a uno mismo; y no se requiere ser un filósofo para pensar en eso, ya que cada con la única persona con la que convivimos siempre, es con nosotros mismos.

 

Ha esto le llamo la integridad personal. La integridad nos permite permanecer fieles a nuestros ideales, pero también nos permite la flexibildiad para darnos cuenta cuando necesitamos modificar nuestra forma de ser.

 

La integridad nos lleva a tomar decisiones que para otras personas podrían ser «tontas». Por ejemplo, te ofrecen un puesto nuevo donde ganarás más, pero a cambio debes «pisotear» a un compañero de trabajo ¿lo harías?

 

Ser integro con uno mismo no es fácil, pero es muy gratificante.

La integridad personal



 

Por Abner Huertas

En la medida en la que el tiempo avanza, me doy cuenta de la importancia de ser fiel a uno mismo; y no se requiere ser un filósofo para pensar en eso, ya que cada con la única persona con la que convivimos siempre, es con nosotros mismos.

 

Ha esto le llamo la integridad personal. La integridad nos permite permanecer fieles a nuestros ideales, pero también nos permite la flexibildiad para darnos cuenta cuando necesitamos modificar nuestra forma de ser.

 

La integridad nos lleva a tomar decisiones que para otras personas podrían ser «tontas». Por ejemplo, te ofrecen un puesto nuevo donde ganarás más, pero a cambio debes «pisotear» a un compañero de trabajo ¿lo harías?

 

Ser integro con uno mismo no es fácil, pero es muy gratificante.

sábado, 2 de enero de 2021

El poder del perdón




 

Desde pequeño, Nicolás había crecido con un padre ausente. Siempre lo veía, pero a la distancia. A lo largo de su desarrollo —desde niño a ahora de adulto— nunco tuvo una relación paternal; él nunca supo lo que significa que una figura paterna se preocupe por un hijo.

—Esto es algo que no me afectó— decía siempre que le preguntaban por su padre. Este pensamiento lo sostuvo durante años hasta que llegó un día en que se dio cuenta de que sí había un sentimiento encapsulado que no le dejaba ser libre.


¿Cómo se dio cuenta? Él no podía sostener una relación con su hijo. De una forma casi imperceptible para él, comenzó a tener el mismo comportamiento que había aprendido por parte de su padre. Sin darse cuenta conscientemente repetía el mismo patrón.


Un día su esposa le reclamó que por qué era tan apartado con el niño, su hijo. Él le dijo que siempre ha estado en la casa y que nunca le ha faltado nada al pequeño. Ella le dijo que él sí estaba presente, pero ausente en amor.


En ese momento fue cuando reaccionó —soy mi padre— meditó durante mucho tiempo. Al hacer consciente sus más profundos sentimientos se dio cuenta de que tenía un sentimiento de odio.


—Si tú no rompes con ese sentimiento, el círculo se repetirá— le advirtieron. Así que Nicolás tomó la decisión de hablar con su padre para decirle que lo perdonaba porque él nunca estuvo presente para él y le pidió perdón por el sentimiento de odio que tenía. Su padre lloró.


Ese día Nicolás se sintió libre. Si bien no se pudo forjar una relación fuerte padre e hijo, ahora Nicolás sentía su corazón libre para poder forjar ese lazo con el suyo, ahora que aún está a tiempo.

Así como Nicolás habemos muchos que tenemos algún sentimiento que necesitamos perdonar.

 

Perdonar no es olvidar, es darnos la oportunidad de ser libres de un sentimiento que solo nos causa dolor. 


Perdonar no significa que voy a forjar una relación con la persona, significa que me doy la oportunidad de ser libre para volver a experimentar esos sentmientos.


Perdonar no significa que las cosas seguirán igual, significa que pueden mejorar o bien darse la oportunidad uno al otro de alejarse y ser felices.


Perdona y sé libre.


Por Abner Huertas


lunes, 1 de julio de 2019





—Nunca me imaginé decirte feliz cumpleaños a los 40 —me dijo un prima a quien quiero mucho. Primero pensé que quizá pensaba que nunca llegaría a esta edad, pero luego me agregó que ella veía los cuarenta muy lejos. 
Volviendo un poco la mirada atrás, en la época de la  infancia, yo también veía los cuarenta como un número de años que nunca llegarían. Tendía a pensar que las personas a esta edad ya eran unos señorones… «viejos». 
A los veinte aún veía los cuarenta en la lejanía. Poco a poco el número se fue aproximando. Hasta que llegó el día en el que me dije: ya llegué.
Lo curioso es que a pesar de que el número se escucha «grande», o quizá  para algunos es solo un número más que se agrega a nuestro paseo corto por la vida. Un científico —a quien considero de mis favoritos— Carl Sagan, decía que nuestra experiencia en la vida es solo un punto comparado con el tiempo que lleva el universo. Por tal motivo, experimentar cada día es algo grandioso.
Durante estas cuatro décadas he experimentado etapas en las que me he sentido «de bajón», otras en las que me siento «en la cúspide»; también, he experimentado los cambios que trae consigo el paso de los años, cuyos efectos se van sintiendo poco a poco en el cuerpo.
En este punto de mi vida hago un recuento de las experiencias del pasado para establecer qué he aprendido. Espero que esto pueda servirte a tí quien aún estás por tus veintes o estés iniciando los treinta. Y si estás en mi mísma década quizá te familiarices con algunas.

La importancia de ser coherente contigo mismo
 Si hay algo que contribuye a la ansiedad es la incoherencia interna. Hay un concepto interesante que se conoce como «Disosiación cognitiva»; éste significa que dentro de uno pueden haber dos ideas opuestas; una que está a favor de tus principios o ideales y otra que no. 
Lo anterior se ejemplifica cuando te enfrentas a tomar una decisión donde decir «sí» te traerá algo que anhelas y deseas, pero que al mismo tiempo atenta en contra tus principios; y decir «no» te hará perder lo que quieres, pero tendrás paz.
La coherencia se lográ cuando tus decisiones van de la mano con tu tranquilidad interna. Esa paz interna muchas veces requerirá hacer sacrificios que duelen. Lo curioso es que es un dolor diferente al que se experimenta cuando tu decisión va encontra de tus principios. 

Tu visión y propósito puede cambiar
En mis treintas llegué a pensar que el propósito en la vida era solo uno. Estaba equivocado. Las circunstancias de la vida pueden hacer que reenfoques hacia otros objetivos, o a ampliarlos. Lo más importante es estar abierto al cambio, o mejor dicho, acostumbrarte a que los cambios son constantes. 
En la medida en la que vas adquiriendo más años aparecerán en tu vida otros tipos de responsabilidades como hijos, una enfermedad —personal o de un familiar—, entre otros. Habrán inconvenientes en la vida que hacen que uno se replantee el propósito que uno una vez definió. Lo que a uno le toca es decidir que hacer. Lo importante es que sepas que puedes replantear tu propósito, ver otros horizontes, crear cosas nuevas. Muchas veces la «terquedad» por querer seguir por un rumbo que sabes debes cambiar, solo te traera ansiedad y enfermedad. 

El aprendizaje es constante
El dicho que reza que uno nunca está demasiado viejo para aprender cosas nuevas empieza a adquirir más sentido. No que me sienta viejo, pero tampoco estoy tan joven. 
En mi niñez soñaba con tener una computadora de escritorio. Ahora los teléfonos se han convertido en computadoras. Esto ha requerido aprender a utilizar las tecnologías que van apareciendo. ¿Qué habrá dentro de diez o veinte años? No lo sé. Lo que sí sé es que me agradará aprenderlo. Claro, espero vivirlo.
Ahora, el aprendizaje también va a otras áreas de la vida. Recuerdo que cuando supe que estaríamos a cargo de mis sobrinas, inmediatamente comencé a leer sobre la psicología de los niños y sobre cómo críar niñas. No me hizo un experto —qué padre lo es— sin embargo me ha dado una perspectiva diferente a enfrentarlo solo con improvisación.
Hace tres años inicié el reto de aprender japonés. Sigo en el trayecto y me falta mucho, pero trato de ser constante. También me interesé por aprender más sobre ciencia de datos, eso me llevó a sacar un diploma sobre el tema.
Mi reto para ti es que busques algo que no sepas y lo aprendas. Puede ser un idioma, a cocinar, sobre astronomía, un instrumento… sé creativo.  Internet puede ser un aliado para el aprendizaje, lo malo es que también para el oscio.

Apreciar lo que es vivir
Si preguntas a una persona su opinión sobre lo que es realmente vivir, te encontrarás con muchas definiciones. Para algunos vivir es casarse y tener hijos; para otros es viajar; y para otros puede ser estar en su casa con su familia. 
En lo personal, pienso que cada quien puede vivir con la definición que haga de ésta, siempre y cuando no afecte intencionalmente —para mal— a la vida de otra persona. También opino que la publicidad no define lo que es la felicidad. 
En lo personal me gusta mucho estar solo, leer, escribir; pero también me gusta estar en compañía de mi familia y apoyar a mis sobrinas.

Este es tan solo un resumen breve de lo que he aprendido en mis primeros cuarenta años de vida. No sé si habrá una segunda vuelta. Me gustaría mucho poder escribir las lecciones a los ochenta años. Quién sabe, quizá estas lecciones a los cuarenta sean diferentes desde esa otra óptica.

Por Abner Huertas


sábado, 22 de septiembre de 2018

Comprendiendo



 

Existe un dicho que dice: «Juzgamos a los demás de acuerdo con nuestras capacidades, pero queremos ser comprendidos de acuerdo con nuestras debilidades». Es decir, cuando juzgamos el actuar de otra persona en temas de habilidades tendemos a hacerlo de acuerdo con lo que nosotros podemos hacer.  La situación cambia cuando somos nosotros los juzgados porque queremos ser comprendidos en nuestras zonas de debilidad.

 

En el artículo «¿Por qué actuamos cómo actuamos?» hicimos referencia a un factor fundamental en la conducta humana: La configuración de nuestro cerebro — la parte biológica— y lo que aprendimos desde nuestra niñez.

 

Gardner hace énfasis en las ocho inteligencias: matemática, lingüística, interpersonal, intrapersonal, espacial, kinestésico y naturalista. Cada ser humano tiene diferentes habilidades o inteligencias en las que una persona puede sobresalir.  Stephen Hawking comentó en una ocasión que siempre habrá algo en lo que uno puede sobresalir.  Así mismo, hay una cita que se le atribuye a Einstein —aunque es seguro que no sea de él— que dice: «Todos somos unos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad de subir un árbol, vivirá toda su vida creyendo que es un inútil».

 

Es sencillo juzgar a alguien por su inhabilidad para hacer algo, pero es muy difícil aceptar que nos juzguen por nuestras propias inhabilidades.  Al final siempre habrá alguien que haga las cosas mejor que uno, pero también nosotros podremos hacer las cosas mejor que alguien más.

 

Para comprender las habilidades y falta de las mismas en las demás personas solo necesitamos un poco de intencionalidad. En lugar de ver en donde no es bueno, hay que ver dónde si lo es. Por esta razón en los círculos académicos  y científicos se conforman grupos interdisciplinarios donde se reúnen a personas con diferentes habilidades para resolver un problema. 

 

Recuerda siempre que para ser comprendido primero hay que saber comprender. Recuerda también que todos tenemos una habilidad que puede generar un cambio positivo en nuestro entorno.