viernes, 4 de mayo de 2012

Nuestras Batallas



Por Abner Huertas
Un hombre venía en un bus cos sus dos hijos; el hombre venía sentado con la mirada fija hacia adelante mientras los niños jugaban y corrían por todos lados vociferando como si estuviesen en un parque. Creo que si tú o yo estuviésemos en ese bus nos comenzaríamos a irritar, nos comenzaríamos a enojar y decir a nosotros mismos ¿Por qué este señor no hace algo para acallar a sus hijos?,  Que mal padre que no controla a sus hijos.  De pronto alguien se atreve a acercársele al señor y le dice: “Señor ¿Podría poner a sus hijos en orden?”  el señor quien continúa con la mirada fija hacia adelante voltea a ver y le dice: “Si podría, pero acabamos de salir del hospital. Mi esposa acaba de fallecer y les tuve que dar la noticia a mis hijos, y creo que esa es la forma para ellos de sobrellevar la situación”

La historia anterior nos muestra una realidad en la mayoría de las personas, y en esta me incluyo a mí, no llegamos a comprender que cada persona atraviesa por una batalla interna.  El campo de la mente es inigualable, las circunstancias los problemas del día a día nos aquejan, acongojan y reprimen a tal punto que en ocasiones actuamos de formas que los demás no pueden comprender y por ello recibimos comentarios en los cuales nosotros decimos “Si tan solo supiera por lo que estoy pasando” Al igual las demás personas atraviesan por situaciones similares donde se realizan la misma pregunta, quizá una persona que tú conozcas se esté realizando esa pregunta con respecto a ti, “¿Po qué no puede comprenderme?”
Hace un tiempo atrás tomamos la decisión en conjunto con un mi tío de realizar un evento en honor a mi abuelito; él en ese entonces tenía la asombrosa edad de 86 años, puedes imaginarte 86 años, realmente considero que muchos de nosotros anhelamos llegar a esa edad.  El evento fue realizado en un desayuno dónde invitamos a cada uno de mis tíos, tías, primos y sobrinos, todos estábamos felices de poder compartir un día juntos.  ¿El propósito de la reunión? darle un reconocimiento a él. 
En ese reconocimiento buscamos encontrar tres lecciones que dejaron un legado en nuestras vidas.  Y una de esas lecciones es la que quiero compartirte en esta ocasión.  Mi abuelo nos enseño:

¨Antes de buscar ser comprendidos debemos primero comprender a los demás¨

¿A cuántos de nosotros no nos gusta que nos comprendan? todos buscamos ser comprendidos, buscamos que los demás puedan ver las cosas desde nuestra perspectiva, pero fallamos al momento de querer comprender a los demás.  En muchas ocasiones esto es porque esperamos que las demás personas puedan ver las cosas desde nuestra perspectiva sin expresar ni una sola palabra, cómo deseando que los demás tengan un lector de nuestra mente.
Y es que cada uno de nosotros calificamos a los demás en base de lo que nosotros podemos hacer y no en base a lo que los demás pueden hacer. Tendemos a exigir que los demás se comporten de una manera tratando de mimetizarlos a nosotros y en lugar de apoyarlos y llevarlos a un nuevo nivel por lo que las personas son, por lo que ellos pueden hacer.
Es muy fácil decirle a alguien que haga algo que para nosotros es fácil hacer, pero cuán difícil o molesto es cuando alguien nos dice que hagamos algo que para la otra persona es sencillo, pero para nosotros no. Es por ello que es muy cierto cuando una persona dijo:
¨Juzgamos a los demás por el resultado de sus acciones; pero esperamos ser juzgados por la intención de nuestras acciones¨
Alguna vez has dicho: “Me es molesto que me critiquen si no ven que lo hice con buenas intenciones”, pero cuando te toca a ti, ¿calificas según la intención de las acciones de la otra persona? o como lo hacemos la mayoría calificamos en base al resultado de sus acciones pero si lo hago yo que sea juzgado por mis intenciones.
El propósito de esta lectura es que podamos reconocer que como personas todos atravesamos por batallas internas, y que cada uno de nosotros tenemos la capacidad de comprender a los demás. Sé que hay situaciones en las cuales hay personas que realmente son mal intencionadas, pero ese será otro tema. 
Veamos tres puntos que nos ayudará a ver cómo las demás personas pueden tener sus batallas y cómo podemos entrenarnos para comprender.
Debo reconocer que en cada mente se libra una gran batalla
Alguna vez has pensado en tus problemas y dicho: “Solo a mí me pasan estas cosas”. Y no nos damos cuenta que muchas personas pasan por situaciones similares e inclusive más intensas que las nuestras. Inclusive las personas que más admiramos tienen algo que hace que dentro de ellos se libre una gran batalla.
¿Recuerdas como al inicio hablamos sobre que a veces tendemos a juzgar a los demás por el resultado de sus acciones y no por sus intenciones? Lo mismo sucede cuando juzgamos a los demás sin conocer el contexto en el cual ellos están viviendo. 
A manera de experiencia personal te contaré algo que me sucedió.  Estaba yo en la universidad, al igual que todos los estudiantes habíamos conformado grupos de trabajo donde debíamos distribuirnos las tareas; pero en una ocasión un compañero de la universidad no entregaba los trabajos y comenzaba a faltar, yo con mi temperamento colérico comenzaba a irritarme y a empezar a decir que esta persona no trabajaba y a juzgarla severamente por el hecho de no “trabajar” me creí un juez.  Para mi sorpresa otro compañero llegó y nos contó que la mamá de nuestro amigo había tenido un derrame y que había sido hospitalizada y operada. Puedes imaginarte ¿Cómo me hizo sentir?, sí así es me hizo sentir muy mal por la actitud que tomé. Ahora que he madurado mas me doy cuenta de lo propenso que puedo ser para emitir juicio sin conocer el contexto ó la historia completa.
Es por ello que en los juicios ideales se examinan todas las evidencias para evitar juzgar a una persona que es realmente inocente. Si tú y yo fuéramos jueces, ¿a cuántos inocentes podríamos haber enviado ya a la pena de muerte? por el simple hecho de emitir un juicio sin conocer toda la evidencia.
Para comprender a los demás debo ser intencional
Una de las habilidades más importantes que podemos aprender es a relacionarnos mejor con los demás y esto lo debemos hacer de forma intencional. Para algunas personas el relacionarse con las personas puede darse de forma natural, considero que en alguna ocasión has conocido a alguien que se lleva bien con todos, pero también conoces a muchas personas que prefieren pasar desapercibidas. Hay personas que buscan ser siempre el centro de la atención y otras que prefieren solo pensar sin actuar, en cualquier caso ambas dicen implícitamente “por favor comprendeme”.  Hace poco leía un libro con ese nombre “Por favor comprendeme” en el cual expresaba lo siguiente:

Si tú no deseas lo que yo deseo, por favor no intentes convencerme que lo que deseo está equivocado.
Si mis creencias son diferentes de las tuyas, al menos has una pausa antes de tratar de corregirlas.
Si mis emociones parecen menos o más intensas que las tuyas, dadas las mismas circunstancias, trata de no pedirme que me sienta diferente a como me siento.
Si fallo en la forma en la que tú hubieses esperado, por favor déjame  ser.
Por el momento no te solicito que me comprendas. Eso solo vendrá cuando tú  intentes cambiarme en una copia de ti.
Si permites que tenga mis propios deseos, emociones, creencias entonces te abres a la posibilidad que algunas de mis formas de ser no sean tan equivocadas y aparezcan correctas para mí. Acercarte a mi es el primer paso en comprenderme.
No significa que tomes mi forma de ser como correcta para ti, pero si que no te enojes o irrites o decepciones por mi forma de ser. Y quizá algún día puedas valorar mis diferencias, y,  en lugar de intentar cambiarme puedas preservarme e incluso apreciar esas diferencias.
Puedo ser tu pareja, padre, tu descendencia, amigo, colega. Sea quien sea tú y yo somos fundamentalmente diferentes y ambos marchamos a un diferente compas.

Sencillamente es permitir que la otra persona pueda expresarse y actuar tal como el ó ella es. Es aprender que entre las personas que conoces existe riqueza en las diferencias. Es el hecho de preocuparnos intencionalmente por la otra persona sin buscar hacerlo igual a nosotros. Por ello existen dos habilidades que podemos aprender para comprender a los demás: saber preguntar y escuchar con empatía.
Debo reconocer que puedo agregar valor en lugar de destruirlo
John C. Maxwell afirma que en la vida existen dos tipos de personas, las que te elevan y las que te bajan.  ¿Ves cuán cierto es esto?  tú puedes ser alguien que eleve a las personas o que las hunda aún más.  Y la forma en la que podemos ayudar a elevar a las personas es sabiendo escuchar, pero no solo escuchar y diciendo lo que pensamos, no, es mostrar empatía hacia los problemas de la otra persona; es saber que en muchas ocasiones ellos solo buscamos a alguien que nos escuche.
Las palabras son poderosas, así como palabras de apreciación pueden hacer sentir a alguien querido también lo pueden hacer sentir rechazado, pueden hacer que alguien tome mejores decisiones o malas decisiones.  Una palabra puede inclusive hacer que alguien se sienta aceptado en un grupo o con el deseo de no volver.
La regla de oro dice “Trata a los demás de la misma forma en la que te gustaría ser tratado”. Entonces, cuándo tú te encuentras atravesando una dura batalla ¿Qué te gustaría escuchar?. Aveces es necesaria una palabra fuerte, pero que vaya con el objetivo de levantar a una persona y no ha destruirla. Hace algún tiempo me encontraba platicando con una persona a quien aprecio mucho, pero en una conversación me dijo “A veces dices cosas que lo hacen sentir bien a uno, pero en otras haces que uno se sienta muy mal”. Fue un comentario que me dolió profundamente, pero fueron palabras que me sirvieron para darme cuenta que debía cambiar una forma de ser.
Conclusión
Tú y yo somos capaces de comprender a los demás antes de buscar ser comprendidos; podemos levantar a las personas y darles fortaleza cuando las escuchamos y les hacemos preguntas antes de emitir un juicio, porque sabemos que pueden estar atravesando una dura batalla.


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