Por Abner Huertas
Recuerdo varias ocasiones en las cuales me he dicho: “Eso no lo puedo hacer.” O “yo no soy bueno para hablar con otras personas”, y así una serie de frases que tratan de describirme, infortunadamente son expresiones netamente negativas que en ningún momento podrán ayudarme a alcanzar mis objetivos.
¿Te has dicho alguna frase similar en alguna ocasión?, estas frases se convierten en lo que podemos llamar, nuestras creencias.
Cada vez que creamos una frase que nos identifica sea positiva o negativa, tiende a convertirse en algo que creemos sobre nosotros mismos; estas creencias también aplican cuando realizamos alguna “definición” de otra persona con frases como: “ella siempre busca su propio beneficio”, “nunca sería amigo de esa persona, no me agrada su forma de ser”, y así podemos creer definiciones de los demás que después podemos llegar a creer de ellos.
Debemos pensar si realmente lo que pensamos, o mejor dicho, lo que creemos de nosotros mismos o de los demás es una realidad o sencillamente es una ilusión; el problema es que las ilusiones pueden parecer ciertas pero en realidad no lo son.
¿Cuántas veces hemos perdido la oportunidad de alcanzar una meta o un sueño por la descripción que tenemos de nosotros mismos?, ¿Cuántas veces hemos perdido buenas amistades por la descripción que tenemos de los demás?, definitivamente lo que nosotros damos por hecho puede construir o destruir.
Si pudiera estar a la par tuya conversando sobre qué piensas tú de ti, ¿Qué me dirías?, lo que tú crees sobre ti ¿Te edifica?, piensa en esto: cada característica que tu piensas de ti, positiva o negativa, es cierta, porque tú la haces cierta. Por eso me gusta la expresión que dice: “Si tú piensas que puedes o que no puedes, en ambas tienes razón.”, Una de las bases principales sobre la cual se asienta nuestra confianza y fe en nosotros está en lo que creemos de nosotros.
Asimismo, la base principal que puede ayudar a una persona a la cual tú conoces está en lo que tú crees de ella. Medita en esto un momento, ¿Cómo te sientes cuando estás a la par de una persona que piensa lo mejor de ti?, al menos en mi caso, me siento que puedo hacer muchas cosas, siento que soy casi invencible; y todo porque alguien cree en mí.
Ahora imagina que esa persona eres tú. Imagina que te estás dando aliento todos los días, y que siempre te dice “tú puedes”, ya que tú eres el primero que debe creer que tú puedes. ¿Qué harías si tuvieras toda la confianza del mundo?, sé que muchas cosas, pero esa confianza hay que alimentarla, y se comienza por alimentar la fe que tú tienes en ti mismo.
Siempre he dicho que la persona con la que uno convive todo el día es con uno mismo. ¿Qué tal si empezamos por decirnos lo valiosos que somos y lo mucho que creemos en nosotros?, los logros no sólo se miden en los bienes materiales que consigues, sino también en el estado de paz que puedes alcanzar contigo mismo.
Hace algún tiempo leí una anécdota que quiero compartir contigo, no sé quien sea el autor, pero la misma nos da una gran lección de lo que es confiar en uno mismo y en tus habilidades. La anécdota dice así:
“Un cachorro, perdido en la selva vio un tigre corriendo en su dirección. Comenzó entonces a pensar rápido, para ver si se le ocurría alguna idea que le salvase del tigre. Entonces vio unos huesos en el suelo y comenzó a morderlos. Cuando el tigre estaba casi para atacar, el cachorro dijo en alto:
- ¡Ah, este tigre que acabo de comer estaba delicioso!
El tigre, entonces, paró bruscamente y, muerto de miedo, dio media vuelta y huyó despavorido mientras pensaba para sí:
- ¡Menudo cachorro feroz! ¡Por poco me come a mi también!
Un mono que había visto todo, fue detrás del tigre y le contó cómo había sido engañado por el cachorro. El tigre se puso furioso y dijo:
- ¡Maldito cachorro! ¡Ahora me la vas a pagar!
El cachorro, entonces, vio que el tigre se aproximaba rápidamente a él con el mono sentado encima y pensó:
- ¡Ah, mono traidor! ¿Y qué hago ahora?
Comenzó a pensar y de repente se le ocurrió una idea: se puso de espaldas al tigre y cuando este llegó y estaba preparado para darle el primer zarpazo, el cachorro dijo en voz alta:
- ¡Será perezoso el mono! ¡Hace una hora que le mandé para que me trajese otro tigre y todavía no ha vuelto!”
Este cachorro nos enseña varias lecciones, pero la que quiero sacar a relucir es que él creyó en él mismo, y no le importó que un animal feroz, que bien hubiera podido devorarlo, lo amedrentara.
¿Te animas a creer más en ti?
Foto cortesía de FreedigitaPhotos y FrameAngel
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