domingo, 1 de noviembre de 2015

Antes de aconsejar, ¡escucha!



Por Abner Huertas




Cuando piensas en una persona con quien te gusta platicar y contarle tus problemas; ¿Qué tiene de especial esa persona? Quizá puedas decir que es alguien quien siempre está dispuesto a escuchar o que es alguien con quien puedes platicar; pero en definitiva esa persona tiene una característica especial: sabe escuchar.

Escuchar es un don. Escuchar es una habilidad que se puede desarrollar. Escuchar requiere que seamos muy maduros para ver desde la perspectiva de la otra persona, pero no todas las personas saben escuchar.

¿Por qué es tan difícil saber escuchar? No saber escuchar demuestra una falta de interés en conocer los sentimientos o sentir de la otra persona. Cada ser humano tiene una percepción del mundo; cada persona define el mundo de acuerdo con su propia interpretación; por esto muchas veces consideramos que nuestra interpretación o definición del mundo es la correcta, y de alguna forma inconsciente, queremos imponerla porque la definición de los demás está errada.

Imponemos nuestra percepción del mundo cuando damos consejos no solicitados; cuando juzgamos el actuar de alguien más sin interesarnos por cuáles fueron los causales; y cuando forzamos a alguna persona a actuar de la misma forma en la que nosotros lo haríamos. Una persona que no sabe escuchar rara vez se detendrá a pensar cuál es la situación real que está viviendo la otra persona.
Algunas frases típicas de quienes no saben escuchar son: 
  1. ¿Es que ya sé lo que me vas a decir?; mira, lo que tienes que hacer es lo siguiente. 
  2. Es que vos sos de mente cerrada.
  3. Como tienes que pensar es de esta manera…


 Así y otras más —sin considerar los sermones no solicitados—, pero la característica principal es que nunca dejan que la otra persona se desahogue. Una persona que no se esfuerza por escuchar se asemeja a un psíquico quien pretende saber por lo que la otra persona esté pasando, hablará bonito pero al final la otra persona sigue sintiéndose igual.

¿Te familiarizaste con alguna de las frases anteriores? ¿Te consideras una persona que sabe escuchar? Todos buscamos a alguien que nos escuche en algún momento de la vida. Una persona que sabe escuchar, es como un oasis en el desierto, porque hay un lugar donde podemos evacuar lo que hay dentro de nosotros. ¿Eres tú un oasis en el desierto?, ¿o cuando las personas que se acercan contigo terminan sintiéndose sermoneadas?, un «sermón» no solicitado.

Ahora seamos francos: saber escuchar es una habilidad que no todos poseen; saber escuchar requiere coraje porque te fuerza a que pongas a un lado tus emociones para poner en primer lugar a la otra persona. Saber escuchar requiere de un esfuerzo intencional para prestar atención sin juzgar, criticar ni condenar y podríamos decir también: sin sermonear.

Los consejos son buenos y ayudan, pero cuando son solicitados. Un consejo no solicitado pasará de largo. Lo curioso es que cuando una persona se siente escuchada, estará más abierta a escuchar un consejo. Lo primero es liberar lo que la hace sentir atada.


Mi invitación es que te conviertas en un oasis en el desierto. Saber escuchar es una habilidad que se puede desarrollar, pero es para valientes. ¿Eres un valiente?



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