sábado, 1 de agosto de 2015

Ladrones de Emociones



Por Abner Huertas




Imagina por un momento que vas en tu auto por una de las avenidas principales de tu país. Es un hermoso día, vas sonriente mientras escuchas tu estación de radio favorita. A pesar de que el transito está «pesado», tú vas contento. De pronto alguien viene detrás tuyo y comienza a tocar la bocina como si estuviese «loco», enciende las luces altas con la clara señal que quiere te apresures. 

La persona que viene manejando detrás tuyo, sin medir el peligro se cruza al siguiente carril para rebasarte. Al pasar a la par tuya, baja su vidrio, te comienza a insultar y a decirte groserías; en ese momento, tú adrenalina sube y le contestas. Te acaban de robar, no algo físico, sino te acaban de robar una emoción, la alegría que tenías unos pocos minutos atrás.

La persona quien te maltrató, quizá sin darse cuenta, es un ladrón de emociones; este tipo de ladrones tienen una diferencia con los ladrones «tradicionales» que te quitan tus pertenencias, tú puedes decidir entregar o no tu emoción. 

Cuando hablamos de un ladrón de emociones, nos referimos a aquellas personas que quitan de ti una emoción que te hace sentir bien, por otra emoción que te hace sentir mal, en otras palabras tu felicidad puede ser cambiada por enojo; o te sientes con ánimos de hacer algo y te cambian la emoción por negatividad. 

En el ejemplo del inicio es un caso donde la felicidad es cambiada por enojo; si lo meditas te darás cuenta de que es un enojo irrelevante. Lo curioso es que el ladrón de la emoción te quitó la felicidad porque tú la entregaste, es decir, podrías haber visto el enojo de la otra persona y no hacer caso. Los ladrones de emociones solo intentan cambiar una emoción positiva por una negativa, pero el que en realidad la cambia eres tú.

Muchas veces entregamos nuestras emociones alegres a ladrones de emociones sin saber que podemos negarnos a entregarlas. Imagina este otro escenario: cuando la persona se posiciona a la par tuya y baja el vidrio para maltratar, tú solo le dices adiós y continuas con tu estación de radio como si nada hubiera pasado. En este caso, el ladrón de emociones no cumplirá su cometido, quizá inconsciente, pero lo más importante es que tú conservarás tu alegría del momento.

¿Quiénes son estos ladrones de emociones? ¡Somos todos! En algún momento tú y yo nos hemos convertido en ladrones de emociones. Piensa en este escenario: un amigo nos cuenta sobre un proyecto, él está alegre por lo que va a iniciar; nosotros lo que hacemos es comenzar a señalar todas las razones por las que su idea no funcionará. Le hemos robado; le quitamos su emoción.

Las formas en las que robamos emociones son con palabras y/o acciones. Una palabra puede tener el poder de robar las emociones alegres a otra persona. Una acción, que podría ser un gesto, también tiene el poder de robar la alegría. Imagina que vas emocionado o emocionada con tu pareja y la abrazas, el o ella no devuelve tu abrazo, te ha robado tu emoción; ¿Y si somos nosotros los que no devolvemos el abrazo? Entonces, nos hemos convertido en ladrones de emociones.

Siempre habrá alguien quien de forma inconsciente nos quiera robar nuestras emociones, pero ahora sabemos que nosotros tenemos la decisión de entregarla, y quizá de lo que más nos tenemos que cuidar es de no convertirnos a nosotros mismos en ladrones de emociones.



iDeo®
2015
Fotografía cortesía de freedigitalphotos.net y ChapinPipat 

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